Por: Valdemir Mota de Menezes
Los manifestantes que desde este año inventó el método de protesto terrorista destruyendo instalaciones públicas ha sido una constante en Brasil, cuyos líderes politicos tienen trasero suave. Un Estado fuerte no debe permitir esta anarquía y el desorden. Los alborotadores y agitadores deben ser sacrificados allí quando destruyen el patrimonio público, y los autobuses en llamas. La impunidad y la tolerancia con el mal, ha hecho de Brasil un lugar peligroso para vivir.
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